El Hoyo, la película para esta cuarentena

El Hoyo donde estamos metido ahora mismo a consecuencia del coronavirus, es exactamente lo que dice el título: un hoyo, un agujero distribuido en pisos por donde diariamente desciende una plataforma con comida. Los de arriba tienen que elegir ( siempre es una elección) entre comer lo que necesitan o lo que les apetece. Si lo primero, hay para todos; si lo segundo, no. Por supuesto, se comportan como los seres humanos que son ( y somos ) y el desastre..es obvio.

El debutante Galder Gaztelu-Urrutia consigue una propuesta que hace de la obviedad su reino inexpugnable. Un futuro distópico en el que las personas se dividen por parejas y en distintos niveles. Aleatoriamente, los miembros de esta estructura asciendes o descienden. Es una construcción similar una cárcel divida en un número desconocido de niveles. Después de un paso fugaz por las salas de cine, su llegada a Netflix en plena cuarentena ha hecho que se haya convertido es una de las películas mas vistas de la plataforma.

El resultado es una de las películas que bendicen los descubrimientos. Y los asombros.Tan sabia, triste y reveladora que los mismo remite a La cabina, de Mercero, que a Rompenieves, de Bong Joon-ho (sin olvidar Cube, de Vincenzo Natali). Es más, y no por casualidad, es de la evidente lucha de clases 8 la que también da sentidos a la recién estrenada Parásitos) la que todo lo puede. Lo que queda es una brillante provocación más hiperreal que sólo real empeñada en hacer coincidir la fabulación futurista con al mugre; el costumbrismo con la desesperación; el arte figurativo con la más sucia abstracción. Y estrenada justo antes de las elecciones. Tan obvio. Tan sublime.

Gran triunfadora del Festival de Sitges 2019, donde ganó 4 premios, la opera prima de Galder Gaztelu-Urrutia intenta apelar a la responsabilidad civil del espectador y obligarle a enfrentarse contra los límites de su propia solidaridad, sin duda es una maquina de pelar.