JORGE P, EL ASESINO DE MARTA CALVO, INTENTÓ ACABAR CON LA VIDA DE MÁS VÍCTIMAS

Ignacio Palma Jácome, más conocido como Jorge P, terminó con la vida de Marta Calvo cuando mantenían relaciones sexuales, debido a que el asesino, introdujo cocaína en los genitales de la chica. El presunto homicida, reconoció haber descuartizado a la valenciana, y participó en la reconstrucción de los hechos con la policía.

El narcotraficante, aseguró a las autoridades que la joven había muerto en una fiesta blanca en la que estaban consumiendo cocaína y que Marta empezó a convulsionar hasta que falleció. Debido a que el asesino, ya fue investigado por la muerte de una prostituta en Valencia, decidió descuartizar a Marta y esparcir sus restos en varias bolsas, arrojándolas en varios contenedores de basura.

Pero Marta no fue la única víctima, Ignacio también estuvo apunto de acabar con la vida de otras mujeres. Su modus operandi siempre era el mismo: contactaba con las chicas a través de aplicaciones y mientras mantenían relaciones sexuales, les insistía en meterles droga en sus partes íntimas, y él no la consumía.

«Me puso cocaína en mi pecho, axilas, rodillas y pies. Me sudaban mucho, me empecé a sentir mal, le dije que se marchase, pero él no quería. Le dije que gritaría y que llamaría al vecino. Llegó un momento en que perdí el conocimiento, me desperté de repente viendo que él estaba encima de mí con la cara desencajada. Noté que no tenía fuerza en las piernas y estuve a punto de caerme al suelo«, confesaba una de sus víctimas.

Otra de las jóvenes explicaba que comenzó a darse cuenta de que se encontraba mal porque le ardían los genitales y tenía el corazón muy acelerado. Tras ir al baño se sacó varias piedras de cocaína de la vagina que Jorge le había introducido. Él negaba en todo momento habérselo introducido, entonces la mujer cogió un cuchillo y se acercó a él: «Le dije que yo aquí no iba a morir, que había cámaras y que iba a avisar a la Policía».

Una joven prostituta también estuvo a punto de morir en sus manos: «Durante toda la noche se mostró muy interesado en que consumiese cocaína, de hecho, me mostró una bolsa que contenía una gran cantidad de esta sustancia. Yo nunca había visto tanta junta. El servicio que me había contratado era de una hora. Cien euros. Me hice unas rayas y, a partir de ese momento, todo lo que recuerdo es muy difuso». La joven declaró que estuvo consumiendo reiteradamente cocaína. «Él no paraba de invitarme: ‘Hazte más rayas, las que quieras’. En un momento dado yo ya las rechacé: ‘Deja de insistirme que no quiero más'».